JUEZ PONENTE: RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
EXPEDIENTE N° AP42-N-2005-000387


- I -
NARRATIVA

Se inició el presente procedimiento por demanda presentada el 22 de diciembre de 2004 por ante el Juzgado Superior Séptimo de lo Contencioso Administrativo de la Región Capital (Distribuidor), por los abogados Isaías Flores Velandia y Adolcar José Celis Sáenz, inscritos en el Inpreabogado bajo los números 87.139 y 100.660, respectivamente, procediendo con el carácter de apoderados judiciales del ciudadano LUIS ALBERTO VEITIA, venezolano mayor de edad, titular de la cédula de identidad n° 6.183.472, contentiva de pretensión de “NULIDAD DEL CONVENIO TRANSACIONAL (Sic) PRIVADO Y FIRMADO EN LAS OFICINAS DE LA EMPRESA”, entre la sociedad mercantil MICROMATIZACIÓN DE VENEZUELA, C.A. y el mencionado ciudadano.

El 18 de febrero de 2005, el Juzgado Superior Tercero de lo Contencioso Administrativo de la Región Capital, quien previa distribución, le correspondió el conocimiento de la presente causa, se declaró incompetente y declinó la competencia a las Cortes de lo Contencioso Administrativo para conocer de dicha pretensión, siendo recibido el 25 de febrero de 2005 en la Unidad de Recepción y Distribución de Documentos (U.R.D.D.) por oficio n° 05-0254 de la misma fecha, emanado del mencionado Juzgado.
En fecha 8 de marzo de 2005, se dio cuenta a esta Corte y, se designó ponente.

Reconstituida la Corte por la incorporación del Juez RAFAEL ORTIZ-ORTIZ, la misma quedó conformada de la siguiente manera: TRINA OMAIRA ZURITA, Jueza Presidente; OSCAR ENRIQUE PIÑATE ESPIDEL, Juez Vice-Presidente y RAFAEL ORTIZ-ORTIZ, Juez. Por auto de fecha 20 de abril de 2005, se reasignó la ponencia a quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

Analizadas como han sido las actas procesales que conforman el presente expediente, se pasa a dictar decisión con base en la argumentación siguiente:


- II -
DETERMINACIÓN PRELIMINAR DE LA PRETENSIÓN NULIFICATORIA

Los apoderados judiciales del recurrente fundamentaron el presente recurso con base en los siguientes alegatos:

Vista la deción (Sic) dada por el Juzgado Segundo Superior para el Régimen Procesal Transitorio del Trabajo del Circuito Judicial Del Área Metropolitana.- En virtud de los recurso (Sic) de apelación interpuestos por las partes en contra de la sentencia de fecha 11 de Junio del 2004 dictada por el Juzgado Octavo para el Régimen Procesal de Primera Instancia de Juicio Transitorio del Trabajo del Circuito Judicial Del Área Metropolitana de Caracas, QUE SE DECLARO INCOMPETENTE para conocer de la presente causa,
(…)
Se pude (Sic) observar el tribunal de alzada lo que hizo fue declararse incompetente en cuanto a la nulidad del CONVENIO TRANSACIONAL (Sic) privado y firmado en las oficinas de la empresa. YA QUE EN FECHA 10 DE MAYO DEL 2.001 EL JUZGADO DECIMO DE PRIMERA INSTANCIA DEL TRABAJO DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL AREA METROPOLITANA DE CARACAS. YA HABÍA DECRETADO SENTENCIA INTERLOCUTORIA POR DIFERENCIAS DE PRESTACIONES SOCIALES.
(…)
Esta jurisprudencia trata. Que consecuencialmente tal acta no cumple con las previsiones establecidas para la transacción laboral, el funcionario del trabajo no debió homologar la exposición de las partes pues en ella contiene derechos irrenunciables de eminente ORDEN PÚBLICO y de rango CONSTITUCIONAL contenido en él artículo 85 de la Constitución Nacional vigente para el momento de finalización de la relación laboral que nos ocupa. Y artículos 89 numeral 2 de la Constitución de la República Bolivariana vigente hoy, Artículos 3, 10, 59 y 60 de la Ley Orgánica del Trabajo. Referido que en ningún caso eran renunciables las normas y disposiciones que favorezcan a los trabajadores.

Por último solicita “medidas de enajenar y gravar. Sobre los bienes de las referida (Sic) empresas”.


- III -
DE LA DECLINATORIA DE COMPETENCIA

El 18 de febrero de 2005, el Juzgado Superior Tercero de lo Contencioso Administrativo de la Región Capital, quien previa distribución, le correspondió el conocimiento de la presente causa, se declaró incompetente y declinó la competencia a las Cortes de lo Contencioso Administrativo, fundamentando su decisión en los términos siguientes:

en cumplimiento de lo ordenado en la sentencia con carácter vinculante dictada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del Dr. Pedro Rafael Rondon Haaz, de fecha veinte (20) de noviembre de dos mil dos (2002), este Juzgado se declara INCOMPETENTE y declina la competencia del presente Recurso Contencioso Administrativo de Nulidad, ejercido en contra del acto administrativo emanado de la Inspectoría del Trabajo del Area (Sic) Metropolitana de Caracas, mediante el cual se Homologa el convenio transaccional celebrado entre el recurrente y la empresa MICROMATIZACION DE VENEZUELA C.A.; POR CORRESPONDER SU CONOCIMIENTO A LAS Cortes de lo Contenciosos Administrativo de la región Capital, a los fines de que conozca del referido caso, conforme a las competencias y atribuciones que le son propias.

Ahora bien, cuando se demanda la nulidad de una transacción laboral, estamos en presencia de la aplicación de normas sustantivas laborales, pues se entiende que el negocio jurídico sustancial es nulo por vicios en su objeto o causa, y tales vicios sólo pueden ser contrastados con las normas vigentes del Derecho del trabajo. En este caso, no hay dudas que tiene aplicación lo preceptuado en el artículo 29 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo que dispone que “los tribunales del trabajo son competentes para sustanciar y decidir: a) los asuntos contenciosos del trabajo, que no correspondan a la conciliación ni al arbitraje”, siendo entonces que la “nulidad de transacción” involucra una disputa o controversia (contención) sobre la validez o invalidez del negocio, y en principio le correspondería a los tribunales del trabajo según la norma citada.

Sin embargo, cuando se cuestiona la actuación del Inspector del Trabajo al homologar una transacción realizada en su presencia, de conformidad con el artículo 3 de la Ley Orgánica del Trabajo, pareciera que la competencia le corresponde a los tribunales contencioso-administrativos. Pero, por otro lado, el cuestionamiento del órgano administrativo se debe a no apreciar la irrenunciabilidad de los derechos laborales, con lo cual entramos nuevamente en la validez de la transacción.

La manera de resolver estas dudas está en la diferenciación entre la fijación de la competencia normativa y la competencia material que determina, a su vez, el ordenamiento jurídico aplicable. En otras palabras, la determinación de la competencia se hace lege data en virtud del control que se ejerce sobre el órgano que, en casos que sea el Inspector del Trabajo, lo hacen los órganos contencioso-administrativos, este es un caso típico de “competencia normativa” esto es, cuando el criterio atributivo de competencia viene establecido directamente por una norma jurídica de rango legal o constitucional. Por otro lado, la competencia material viene dada por la naturaleza del asunto debatido, esto es, la sustancia y esencia de la controversia lo cual, determina como se dijo, el bloque normativo aplicable. En el caso como el de autos, donde la “naturaleza” del asunto debatido es la validez o no de una transacción que el Inspector del Trabajo no debió homologar, precisa a un mismo tiempo la aplicación de las normas jurídico-laborales.

Como vemos, pues, por “competencia normativa” le correspondería a los órganos contencioso-administrativos, y por “competencia material” le correspondería a los tribunales del trabajo. Sin embargo, el criterio orgánico y normativo debe prevalecer por cuanto se trata de la actuación del Inspector del Trabajo aun cuando para determinar la validez de su actuación deba acudirse al bloque de legalidad de carácter sustantivo-laboral. Así se declara.

Queda aún por resolver a cuál de los órganos contencioso administrativos le correspondería conocer del asunto como el de autos, donde se cuestiona la actuación de la Inspectoría del Trabajo del Área Metropolitana de Caracas.

Por la semejanza del asunto con la competencia para conocer de las demandas de nulidad de las providencias administrativas emanadas de los Inspectores del Trabajo en materia de inamovilidad laboral, esta Corte aprecia:

Después de una larga discusión doctrinaria y jurisprudencial que se inició con la sentencia Fetraeducación de la Sala Político Administrativa del hoy Tribunal Supremo de Justicia en 1980, y continuó con el fallo Bamundi de la misma Sala en 1992, la Sala Constitucional estableció el criterio a seguir en los casos de pretensiones jurídicas contra la actividad e inactividad de las Inspectorías del Trabajo. En tal sentido, en la sentencia n° 2002/2862 de 20 de noviembre, dispuso:

Con fundamento en la norma constitucional, y según el criterio orgánico, toda actuación proveniente de los órganos de la Administración Pública se encuentra sujeta al control de la jurisdicción contencioso-administrativa. Asimismo, y de conformidad con el criterio material, toda pretensión procesal cuyo fundamento sea una actuación –lato sensu– realizada en ejercicio de la función administrativa, con independencia de la naturaleza del órgano autor, compete ex Constitución a los tribunales contencioso-administrativos.

Más adelante, la Sala concluyó en que el conocimiento “de todas las acciones contencioso-administrativas fundamentadas en la actuación de cualquier ente u órgano administrativo nacional distinto de los derivados del artículo 42 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia (entre otros, institutos autónomos, universidades nacionales, entes corporativos, fundacionales y autoridades nacionales de inferior jerarquía, como es el caso concreto) compete a la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, y en segunda instancia, cuando ésta proceda, a la Sala Político-Administrativa de este Tribunal Supremo de Justicia”. Con respecto de las Inspectorías del Trabajo la Sala concluyó:

Con fundamento en las consideraciones que se expusieron, y en ejercicio de la facultad de máxima intérprete del Texto Constitucional, esta Sala deja sentado el siguiente criterio, con carácter vinculante para las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia y demás tribunales de la República:
(i) La jurisdicción competente para el conocimiento de las pretensiones de nulidad de los actos administrativos que dicten las Inspectorías del Trabajo, así como de cualquier otra pretensión –distinta de la pretensión de amparo constitucional– que se fundamente en las actuaciones u omisiones de dichos órganos, es la jurisdicción contencioso-administrativa.
(ii) De los tribunales que conforman esta jurisdicción, el conocimiento de las pretensiones antes especificadas corresponde, en primera instancia, a la Corte Primera de lo contencioso Administrativo y en segunda instancia, cuando ésta proceda, a la Sala Político-Administrativa de este Supremo Tribunal.
(iii) De las demandas de amparo constitucional autónomo que se intenten contra los actos, actuaciones u omisiones de las Inspectorías del Trabajo, conocerán los Juzgados Superiores en lo Contencioso Administrativo de la Circunscripción Judicial correspondiente al lugar donde se produjo la supuesta lesión al derecho constitucional, y en segunda instancia, la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo.

Esta Corte considera pertinente agregar algunas consideraciones sobre su competencia para conocer de las pretensiones de nulidad contra los actos administrativos dictados por las Inspectorías del Trabajo conociendo en materia de inamovilidad laboral.

La creencia de que son los tribunales laborales los llamados a conocer de este tipo de pretensiones se sustenta sobre argumentos fácilmente desechables, porque ha existido un difundido error en considerar que los “actos” de las Inspectorías del Trabajo tienen una naturaleza “cuasi-jurisdiccional”, bajo la falsa creencia que “solucionan un conflicto de la misma manera en que lo hacen los órganos jurisdiccionales”. Los partidarios de la existencia de tales tipos de actos consideran que si se aplican normas sustantivas laborales en la solución de un “conflicto laboral”, entonces deben ser los órganos de competencia laboral los llamados a conocer de las demandas de nulidad de los actos administrativos que dicten las Inspectorías del Trabajo en esa materia. La otra razón “formal” aducida para creer que la competencia le corresponde a los tribunales laborales es la supuesta omisión de clarificación por parte del legislador del trabajo sobre a cuál órgano jurisdiccional le corresponde conocer de tales pretensiones de nulidad.

El planteamiento parte de una falsa premisa en torno a lo que debe entenderse por “jurisdicción” y una equivocada visualización de la “naturaleza” del acto dictado por el Inspector del Trabajo. Un acto “jurisdiccional” no lo es por el hecho de que “solucione conflictos”, sino por la tutela de intereses jurídicos que ella involucra, es decir, la noción de jurisdicción ni se identifica ni se agota con el conflicto sino que lo excede, también son jurisdiccionales todas aquellas actuaciones donde, sin la existencia del conflicto, se tutela de manera definitiva un determinado interés jurídico. Pero es que, además, el Inspector del Trabajo no resuelve un conflicto, y en consecuencia se cae la tesis de los actos cuasi-jurisdiccionales.

Cuando el Inspector del Trabajo conoce de una solicitud de calificación de despido, se coloca en la misma posición en que la Administración debe intervenir para “levantar un obstáculo” a un particular en esferas que, en principio, deba estar regido por la autonomía de voluntad. Existen numerosas situaciones en que, por los intereses involucrados que, normalmente, son intereses generales, el Estado coloca determinados obstáculos que frenan la libertad de los ciudadanos, tal ocurre con la publificación de las actividades de servicio público, actividades reservadas, y en las áreas económicas de interés general (como es el caso de las telecomunicaciones). Para que el particular pueda “intervenir” en estas situaciones requiere de técnicas especializadas de Derecho público como son las figuras de la concesión administrativa (en servicios públicos) y las autorizaciones (en las áreas económicas de interés general).

Lo mismo ocurre en materia de inamovilidad laboral. El patrono, en principio goza de autonomía y libertad de empresa (aspectos desarrollados por la Constitución económica), pero, por la existencia de un interés superior en materia de la Constitución social, el Estado coloca límites precisos a la libertad de contratación: a) en materia de estabilidad general o relativa, la carga de satisfacer la reparación de un daño por despido injustificado; y b) en lo correspondiente a la estabilidad especial o inamovilidad, y dada la existencia de un interés general, el Estado prohíbe el despido, traslado o desmejora si, previamente, un órgano de la Administración pública no lo autoriza. Tal autorización es previa al acto de despido y está sujeta, como todas las habilitaciones, al cumplimiento de determinadas condiciones que, en el caso de inamovilidad, es la existencia de una causa “justificada” para el traslado o el despido.

De modo que el acto que dicta la Inspectoría del Trabajo no es más que una autorización administrativa por medio de la cual el patrono puede despedir o trasladar a una persona que ostenta una condición especial de tutela por inamovilidad.

Ello implica que tanto el procedimiento de autorización como el acto autorizatorio no es “jurisdiccional”, ni mucho menos “cuasi-jurisdiccional”, sino un clarísimo procedimiento administrativo y un verdadero acto administrativo. Esta es la razón central por la cual es imposible que los Inspectores del Trabajo puedan aplicar en el procedimiento administrativo constitutivo instituciones procesales jurisdiccionales como la confesión ficta, medidas cautelares, posiciones juradas, etc. Tal actuación se corresponde con una desviación de sus funciones y lesivas al principio de legalidad y al debido proceso administrativo.

Así entonces, concluye esta Corte, que los siguientes elementos cualificantes de la situación analizada traducen como consecuencia necesaria que no sean los tribunales laborales sino los órganos competentes en lo contencioso administrativo los llamados a conocer de las pretensiones de nulidad de los actos emanados del Inspector del Trabajo:

1) Por la naturaleza administrativa del órgano: La Inspectoría del Trabajo es un órgano administrativo dependiente de la Administración pública central, y forma parte de la estructura del Ministerio del Trabajo;
2) Por la naturaleza administrativa del procedimiento: Se trata de un verdadero procedimiento administrativo con todas las características de este tipo de procedimientos en su fase constitutiva;
3) Por la naturaleza administrativa del acto: Se trata de una autorización administrativa por medio de la cual se le faculta al patrono a proceder a despedir o trasladar a un trabajador investido de estabilidad especial o inamovilidad. En los casos de reenganche y pago de salarios caídos, iniciado a instancia del trabajador, el procedimiento administrativo es “sancionatorio” por cuanto el patrono despidió o trasladó sin la correspondiente autorización previa por parte del Estado.

Además de ello, la pretensión de nulidad no conoce directamente de infracciones de Derecho sustantivo laboral, sino de la actuación administrativa del órgano autor del acto, es decir, el juicio de nulidad se centra en determinar si el acto administrativo cumple con los requisitos de validez de todo acto administrativo regulados éstos en la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, o si el procedimiento administrativo fue seguido conforme a las pautas del debido proceso. Eventualmente, el juez contencioso conocerá de infracciones al Derecho sustantivo laboral a través del vicio de falso supuesto de hecho o de derecho, pero ello, es uno de los modos en que el acto impugnado pueda estar inficionado pues afecta la teoría integral de la causa de la voluntad administrativa.

En cuanto al segundo argumento que utilizaba la jurisprudencia anterior para creer que la competencia para conocer de las demandas de nulidad de los actos de la Inspectoría del Trabajo, se sostenía en que los tribunales laborales ejercían un “contencioso-administrativo eventual”, por cuanto la Ley Orgánica del Trabajo no establecía una norma expresa atributiva de competencia. Tal argumento, ha venido a ser derrotado por la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia n° 2005/9 del 5 de abril (Caso: Universidad Nacional Abierta), cuando señaló:

De allí, que al ser las providencias emanadas de las Inspectorías del trabajo, actos administrativos, una tesis que pretenda que el control judicial de tales actos corresponde a órganos que no forman parte de la jurisdicción contencioso administrativa “ordinaria”, sino de tribunales de la jurisdicción laboral (que en esos procesos actuarían como contencioso administrativos especiales), debe necesariamente apoyarse en una norma jurídica que expresamente establezca tal excepción al principio general, y en modo alguno cabe derivarse la misma de una norma que no existe en el presente caso.
Por tanto debe concluir esta Sala Plena que, ante la inexistencia de una norma legal expresa que atribuya a los Tribunales Laborales la competencia para conocer de las providencias emanadas de las Inspectorías del Trabajo, dicha competencia corresponde a los órganos contencioso administrativos competentes. Así se declara.

Con esta sentencia, nuestro Máximo Tribunal viene a dilucidar la vieja polémica de la discusión sobre la competencia en el contencioso administrativo laboral, estableciendo que corresponde a la competencia ordinaria contencioso-administrativa, el conocimiento de las demandas de nulidad de actos administrativos emanados de Inspectorías del Trabajo en materia de inamovilidad, y dentro de esa competencia ordinaria precisó que corresponde a los Juzgados Regionales de lo Contencioso Administrativo la competencia en primer grado de jurisdicción, lo cual viene a materializar una vieja aspiración de la doctrina venezolana de acercar la justicia a los justiciables, reforzar el derecho de accionar (derecho de acceso a la jurisdicción), y hacer plena la garantía de tutela judicial efectiva, sobre la cual señaló:

Para finalizar, en razón de la inexistencia en el ordenamiento jurídico venezolano de un basamento normativo que permita predicar que la competencia para conocer de los recursos contencioso administrativos interpuestos contra los actos emanados de las Inspectorías del Trabajo, los cuales son actos administrativos, corresponderá a los tribunales de la jurisdicción ordinaria el conocimiento de tales asuntos, en virtud de la aplicación del principio de la universalidad de su control por parte de los órganos de la jurisdicción contencioso administrativa (artículo 259 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela).
(…)
Conforme a la doctrina expuesta, en la que se considera el tribunal “...que a la accionante le resulta más accesible”, esto es, en garantía del derecho de acceso a la justicia de los particulares, esta Sala Plena declara que, tratándose de un asunto acaecido fuera de la Región Capital, específicamente la providencia administrativa emanada de la Inspectoría del Trabajo del Estado Carabobo, mediante la cual se declaró con lugar la solicitud de reenganche y pago de salarios caídos de un trabajador de la recurrente, su conocimiento corresponde a un Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo Regional. Esta determinación de competencia se hace en aras al acceso a la justicia y a la celeridad de la misma, evitando así, que la persona afectada deba trasladarse a grandes distancias del sitio donde se concretó el asunto, a fin de obtener la tutela judicial efectiva. Así las cosas, y en beneficio del justiciable, esta Sala Plena declara que el Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo competente es el de la Región Centro Norte del Estado Carabobo. Así se decide.

Este criterio fue asumido por la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia 2005/1843 de 14 de abril (Caso Inversiones Alba Due, C.A.) en cuanto a los tribunales superiores de lo contencioso administrativo regionales, pero persiste la duda en cuanto a los juzgados superiores ubicados en el Área Metropolitana de Caracas.

La sentencia analizada, entonces, resuelve el problema de acceso a la justicia que tendrían los justiciables del interior del país, para ello deben precisarse las siguientes premisas:

1. La Sala Plena distinguió perfectamente la “jurisdicción ordinaria contencioso-administrativa” (Sala Político Administrativa, Cortes de lo Contencioso Administrativo, y Juzgados Regionales de lo Contencioso Administrativo) de la llamada “jurisdicción contencioso-administrativa especial o eventual” (serían todos los demás tribunales que por excepción y por motivos especiales pudieran conocer de pretensiones nulificatorias de actos administrativos);
2. Como quiera que no existe una norma expresa atributiva de competencia del contencioso-administrativo eventual, entonces debe concluirse que “dicha competencia corresponde a los órganos contencioso administrativos competentes”, y corresponderá a “los tribunales de la jurisdicción ordinaria el conocimiento de tales asuntos”;
3. En cuanto a la determinación de los tribunales competentes territorialmente, dentro de la estructura competencial del contencioso-administrativo ordinario, la Sala precisó:

Ahora bien, dilucidada como ha sido la jurisdicción competente para conocer y decidir casos como el presente, es necesario determinar y declarar cuál es el tribunal contencioso administrativo competente para conocer del mismo.
A este respecto existen precedentes, como la sentencia número 1333, de fecha 25 de junio de 2002, proferida por la Sala Constitucional de este Máximo Tribunal, en la cual señaló:
“(...) 2. No existe un tribunal contencioso-administrativo especialmente competente para dilucidar conflictos suscitados con ocasión del ejercicio de las competencias de las inspectorías del trabajo; por ello, toca a la jurisdicción ordinaria contencioso-administrativa ver de estos casos (ver: sentencias núms. 207/2001, 1318/2001 y 2695/2001). Siendo, pues, que a la accionante le resulta más accesible un Juzgado del Estado Bolívar, corresponde tramitar la acción de amparo incoada al Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo, de Menores y Contencioso-Administrativo del Segundo Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar. Así se decide.”
Conforme a la doctrina expuesta, en la que se considera el tribunal “...que a la accionante le resulta más accesible”, esto es, en garantía del derecho de acceso a la justicia de los particulares, esta Sala Plena declara que, tratándose de un asunto acaecido fuera de la Región Capital, específicamente la providencia administrativa emanada de la Inspectoría del Trabajo del Estado Carabobo, mediante la cual se declaró con lugar la solicitud de reenganche y pago de salarios caídos de un trabajador de la recurrente, su conocimiento corresponde a un Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo Regional. Esta determinación de competencia se hace en aras al acceso a la justicia y a la celeridad de la misma, evitando así, que la persona afectada deba trasladarse a grandes distancias del sitio donde se concretó el asunto, a fin de obtener la tutela judicial efectiva. Así las cosas, y en beneficio del justiciable, esta Sala Plena declara que el Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo competente es el de la Región Centro Norte del Estado Carabobo. Así se decide.

Siendo ello así, comparte esta Corte que la competencia para conocer de las demandas de nulidad de los actos administrativos que dicten las Inspectorías del Trabajo en materia de estabilidad especial (inamovilidad laboral), serán los Juzgados Regionales de lo Contencioso Administrativo y en alzada a las Cortes de lo Contencioso Administrativo.

Bien es cierto que el anterior análisis se hace sobre la base de las demandas de nulidad de las providencias administrativas emanadas de las Inspectorías del Trabajo conociendo en dos procedimientos administrativos específicos: a) el procedimiento autorizatorio de calificación de faltas iniciado a instancia de los empleadores; y b) el procedimiento administrativo sancionatorio de reenganche y pago de los salarios caídos, iniciados a instancia de los trabajadores.

Sin embargo la ratio desidendi y la argumentación jurídica sustentada para otorgar la competencia a los tribunales regionales de lo contencioso administrativo, debe servir igualmente para que, en casos como el de autos, no sea esta Corte Primera de lo Contencioso Administrativo la llamada a conocer de las demandas de nulidad contra el acto de homologación de una transacción, sino que todas las demandas que se intenten contra las actuaciones, omisiones, vías de hecho, etc., contra tales Inspectorías del Trabajo, deben ser esos tribunales regionales, por el principio de acceso a la justicia y la cercanía de la jurisdicción a los justiciables, aplicando el principio de paralelismo de las formas procesales.

Así, entonces, concluye esta Corte que deben ser los tribunales regionales de lo contencioso-administrativos los llamados a conocer de las demandas de nulidad de cualquier acto administrativo dictado por los Inspectores del Trabajo, aún en casos como el de autos, donde el acto se contrae a homologar una transacción realizada en sede administrativa. Así se decide.

Ahora bien, visto que Tribunal a quien le corresponde conocer del asunto de autos, el Juzgado Superior Tercero en lo Civil y Contencioso Administrativo de la Región Capital se declaró incompetente y por decisión del 18 de febrero de 2005 declinó la competencia a esta Corte, debe plantearse necesariamente la existencia de un conflicto negativo de competencia, y resulta sano y aconsejable que sea la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, como Tribunal Superior común a ambos, quien resuelva en definitiva los problemas competenciales planteados en la presente decisión.

Como quiera que la solicitud de regulación de competencia no suspende el curso del procedimiento, y a los solos efectos de su tramitación, debe esta Corte revisar si la pretensión así deducida cumple con los parámetros de admisibilidad previstos en el artículo 19.5 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia que sustituyó al artículo 84 de la derogada Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, el cual dispone:

Se declarará inadmisible la demanda, solicitud o recurso cuando así lo disponga la ley; o si el conocimiento de la acción o recurso compete a otro tribunal; o si fuere evidente la caducidad o prescripción de la acción o recurso intentado; o cuando se acumulen acciones o recursos que se excluyan mutuamente o cuyos procedimientos sean incompatibles; o cuando no se acompañen los documentos indispensables para verificar si la acción o recurso es admisible; o cuando no se haya cumplido el procedimiento administrativo previo a las demandas contra la República, de conformidad con la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República; o si contiene conceptos ofensivos o irrespetuosos; o es de tal modo ininteligible que resulte imposible su tramitación; o cuando sea manifiesta la falta de representación o legitimidad que se atribuye al demandante, recurrente o acciónate; o en la cosa juzgada.

En el caso de autos, se observa que la empresa recurrente es, efectivamente, destinataria del acto administrativo impugnado lo que demuestra su legitimación ad causam, y no se observa que sea evidente la caducidad de la pretensión, ni contiene conceptos irrespetuosos. Resulta pertinente señalar que el análisis de la admisibilidad efectuada en este fallo debe dejar a salvo la posibilidad de revisar si, sobrevenidamente, se configura alguno de los motivos de inadmisibilidad por efecto de la remisión de los antecedentes administrativos del caso. Así se declara.

Se ordena al Juzgado de Sustanciación de esta Corte la tramitación del presente procedimiento hasta llegar a estado de sentencia en la cual deberá suspenderse hasta que sea resuelto el conflicto negativo de competencia de conformidad con la última parte del artículo 71 del Código de Procedimiento Civil. Así se decide.


- IV -
DECISIÓN

Por las razones antes expuestas esta Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara:

1. ADMITE PROVISIONALMENTE el recurso contencioso administrativo de nulidad interpuesto por los abogados Isaías Flores Velandia y Adolcar José Celis Saenz, procediendo con el carácter de apoderados judiciales del ciudadano LUIS ALBERTO VEITIA, contentiva de pretensión de “NULIDAD DEL CONVENIO TRANSACIONAL (Sic) PRIVADO Y FIRMADO EN LAS OFICINAS DE LA EMPRESA”, entre la sociedad mercantil MICROMATIZACIÓN DE VENEZUELA, C.A. y el mencionado ciudadano

2.- PLANTEA EL CONFLICTO NEGATIVO DE COMPETENCIA, y en tal sentido se ordena la remisión de copia certificada del libelo de demanda y sus anexos, la decisión de declinatoria efectuada por el Juzgado Superior Tercero en lo Civil y Contencioso Administrativo de la Región Capital, y de la presente decisión, a la Sala Político-Administrativa a fin de que resuelva la REGULACIÓN DE LA COMPETENCIA de conformidad con los artículos 70 y 71 del Código de Procedimiento Civil, y el artículo 5°, numeral 51 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.

3.- ORDENA al Juzgado de Sustanciación de esta Corte proseguir con el trámite de la presente causa hasta estado de sentencia, en espera de la decisión que provea la Sala Político-Administrativa sobre la regulación de competencia planteada.

Publíquese, regístrese y notifíquese. Cúmplase lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Sesiones de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, en Caracas, a los veintiséis (26) días del mes de julio de dos mil cinco (2005). Años 195° de la Independencia y 146° de la Federación.
La Jueza-presidente,


TRINA OMAIRA ZURITA
El Juez vice-presidente,


OSCAR ENRIQUE PIÑATE ESPIDEL


RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
JUEZ-PONENTE


La Secretaria Temporal,




MORELLA REINA HERNANDEZ

Exp. n° AP42-N-2005-000387
ROO/mvg

En la misma fecha, veintiséis (26) de julio de dos mil cinco (2005), siendo las once horas y cuarenta y cuatro minutos de la mañana (11:44 A.M.), se publicó y registró la anterior sentencia bajo el N° AB412005000827.


La Secretaria Temporal